
Ha sido probado que el vino puede prevenir el cáncer, la enfermedad del corazón e incluso un ataque cardiaco. Los expertos recomiendan tomar uno o dos vasos al día para obtener los beneficios.
Esta bebida es rica en antioxidantes que además aumentan el colesterol bueno, eliminan el malo y evitan que la grasa se quede en las arterias previniendo la arteriosclerosis.
Estos antioxidantes provienen de las uvas, son de distintas clases y actúan de diversas formas en funciones del cuerpo. Algunos ayudan a la digestión de los alimentos grasos y otros a la creación de sustancias benignas.
Son tan altos los beneficios que incluso estudios de la Asociación Americana de Cáncer han llegado a indicar que el vino rojo en moderación reduce al menos en 1/6 el riesgo de cualquier enfermedad mortal.
Adicionalmente, es un tranquilizante natural que reduce la ansiedad, le da energía al cuerpo e incrementa el apetito. Ni siquiera el propio dios Baco hubiera imaginado qué gran bebida representaba su divinidad.
Sin embargo, a pesar de todas sus cualidades, con el vino “más es menos”. Consumirlo en exceso no va a aumentar estos beneficios para la salud sino que va a crear otros problemas.
Pero si es con moderación, la próxima vez que decida tomarse un vino, sepa que no sólo le está dando aire a su espíritu, también está teniendo un detalle de fina coquetería con su cuerpo.
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