"SI AL MUNDO VINO Y NO TOMA VINO, ¿A QUÉ VINO?"

lunes, 30 de abril de 2007

LA ELABORACIÓN DEL VINO

Para entender el delicioso camino del vino, parece lógico empezar dando una mirada a su elaboración, al proceso a través del cual esta bebida adquiere todas las cualidades que fascinan a sus seguidores.

Según Álvaro Rueda, catador experto de J.E. Rueda y Cía., “el vino es un reto cada año. El tipo coge una uva y este año le pudo haber salido diferente porque llovió más, porque no hubo sol, porque hubo calentamiento global. Lo bonito es que tienen que empezar de cero cada año. Son unos artistas”.

La elaboración del vino es un arte, ya que nace de un proceso que depende de elementos completamente naturales. Las uvas de cada cosecha son diferentes debido a la influencia de factores climáticos que los productores no pueden controlar.

Rueda explicó: “Lo que más daña la uva es que le caiga agua, porque corta la producción de azúcar. Ellos necesitan que haya mucho sol”.

Por esta razón, producir un mismo vino con nuevas cosechas es casi imposible. Los productores deben luchar cada año contra la lluvia y las heladas, contra la falta de sol y el granizo.

La elaboración del vino comienza en el viñedo, durante los 10 meses en los que la uva crece. Aunque en países como Colombia algunas personas han intentado cultivar viñedos, el territorio ideal para producir vinos de calidad debe tener estaciones.


Cuando la uva crece es recogida cuidadosamente en racismos, durante un proceso conocido como Vendimia. Al terminar la recolección, las uvas son llevadas a las bodegas donde surgirá, mágicamente, el elixir de los Dioses.

Ya en la bodega, todos los vinos nacen durante un proceso de fermentación, en el que al azúcar y la levadura provenientes de la uva reaccionan al mezclarse y se transforman en alcohol.

Sin embargo, el camino que siguen las uvas antes de llegar a la botella es diferente, dependiendo del vino que se desee: tinto, blanco o rosado.

El proceso que sigue el blanco es el más corto. Las uvas, sin importar si tienen cáscara roja o verde, son puestas con delicadeza sobre bandas que las conducen a máquinas que les quitan las ramas.

Luego, estas pasan por unas prensas que exprimen el jugo y dejan a un lado las cáscaras y las pepas.

Finalmente, llegan a grandes tanques de acero inoxidable en los se produce la fermentación a 18 grados centígrados. Rueda aclaró: “Eso tarda 5, 10, 15, 20, 25 días, dependiendo del nivel de calidad, dependiendo del producto que esté manejando el enólogo, él es el que dice cuanto tiempo se demora”.

El tinto sigue un proceso más lento. Las uvas rojas pasan primero por los tanques de acero, en los que el peso de la fruta va rompiendo la cáscara, que va coloreando el jugo de tonalidades rojizas.

Después de que el jugo haya adquirido el color tinto, sigue a un tanque de fermentación en el se guardará el jugo a 28 grados centígrados durante el tiempo que elija el enólogo.

Cuando está listo el alcohol, el líquido se transporta a barricas de madera en las que el jugo se añeja de 6 meses a 10 años, para obtener un sabor más homogéneo; es decir, un sabor que no sea ni muy ácido, ni muy amargo, lo más cercano al ideal.

El vino rosado sigue el mismo proceso del blanco, pero se guarda durante unos días en tanques con cáscaras de uvas rojas para que coja un poco de color.

Así se elabora el vino. Naturalmente. El productor sólo se involucra si desea mezclar jugos o prolongar los tiempos de fermentación y añejamiento.


La bebida ya esta lista para servir, brindar y deleitar con sus sabores únicos y seductores, a todo tipo de personas.